Por: Kevin Reyes
“La educación es la habilidad de escuchar cualquier cosa sin perder tu calma o tu autoestima” Robert Frost. También Podría decirse que es una de las cosas esenciales en la vida, algo tan vital como la comida y el agua. Eso es la educación
Para el año 2014 y según datos del Ministerio de Educación, solamente un 62% de jóvenes tenía acceso a estudiar su bachillerato, lo que indica más de un 30% que no lo hacía por diversas razones, entre ellas, el trabajo forzoso, algo característico de un país en vías de desarrollo como el nuestro. Cada año la educación superior se convierte en un privilegio al cual no todos los jóvenes pueden acceder y a un año del Gobierno de Nayib Bukele, esta realidad no ha podido cambiar.
La Universidad de El Salvador que alberga a unos 50 mil estudiantes, es la única casa de estudios superiores pública de nuestro país y a la que más se le demanda protagonismo por su peso histórico, pero es la que menos compensación recibe por el trabajo de dotar a la sociedad de profesionales con calidad.
Para el año 2020 el Gobierno aseguró que de 91 millones de dólares del Presupuesto General de la Nación que recibe la U, se iba hacer un aumento a 102 millones, algo totalmente falso, y es que el primer número si es el presupuesto que el Estado le asigna a la UES, pero el segundo es el total sumando los fondos propios que la misma casa de estudios genera, entonces no hubo aumento.
El Presidente de la República utilizó en su campaña política a la Universidad como uno de sus frentes de proselitismo, pero hasta el momento no ha volteado su mirada desde el 1 de junio de 2019 y, al contrario, tras no aumentar el presupuesto, aún no ha entregado 11 millones de dólares que sirven para su funcionamiento.
Esto viene a demostrar que no existe el interés por parte del ejecutivo en invertir en una educación superior de calidad, y que sus prioridades son, por ejemplo, la seguridad y la publicidad, rubros que en el proyecto del presupuesto 2020 si tuvieron un aumento considerable.
«Una sociedad sin educación es una sociedad sin futuro» asegura Arturo Velázquez Jiménez, representante de la Oficina en México de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
Esta situación no solamente debe servir para exigir el desembolso de un dinero que por ley el Ministerio de Hacienda debe transferir a la Universidad, sino exigir un presupuesto justo que permita la inversión en proyectos que sean de beneficio para las 12 facultades del Campus y para todos sus estudiantes.
El Covid-19 ha venido a mostrar las falencias y la falta de planes ante una crisis que ya no es nueva, el mismo Bukele aseguró que ya tenemos tres meses viviéndola. Y la muestra más clara es la forma en que se mantiene una cuarentena sin una salida que permita reactivar una economía que siempre ha estado en crisis, pero que hoy da señales de agonía entre la tiranía y el juego de poder.
Por eso el país demanda ciudadanos que tengan un pensamiento crítico y que analicen todo tipo de medida o decreto que venga no solo del ejecutivo sino de toda ley que emane de la Asamblea Legislativa.
La Universidad de El Salvador es uno de los vehículos que debe regir el camino de la salida a esta crisis que demanda de soluciones y no de pleitos, pero no puede hacerse pan sin tener harina, la educación también demanda de recursos que permitan ampliar aún más las oportunidades de aprendizaje y cobertura.
Con 169 carreras, la UES cuenta en su haber con diversidad de profesionales listos para contribuir no a un gobierno, sino a una nación que es a quien se debe y gracias a quien subsiste. En el año 2016 se implementó la exoneración de cuotas a los bachilleres provenientes de instituciones públicas, proyecto que está en peligro por la falta de voluntad de asignar los recursos correspondientes para el ejercicio fiscal de este año.
Pero el problema no solamente se plasma en la poca voluntad de invertir en la educación superior, una deuda que adjunta ya muchas décadas y que por lo visto, seguirán pasando los años y las exigencias crecerán, más no así la inversión estatal.
Recientemente los diputados aprobaron quitar 9 millones de dólares al presupuesto de educación, ese dinero pudo haber sido de utilidad y buscar opciones de sobrellevar el año escolar en plena crisis por el Covid-19.
¿Por qué no se tocó el presupuesto asignado a la propaganda mediática? Se debería ver el ejemplo de Cuba, ellos son el país de América Latina que más invierten en su educación 12,8% de su Producto Interno Bruto para ser exactos según el Banco Mundial.
Y si aún así creen que lo de Cuba es una fantasía, recientemente médicos de la isla brindaron su apoyo en países como Italia por la crisis generada por el Covid, demostrando que la inversión en educación trae sus frutos.
Para el analista político Roberto Cañas, en los gobiernos del FMLN la inversión en educación fue raquítica, similar es la historia con el Gobierno de Bukele que lejos de aumentar resta el dinero que no se debe ver como un gasto sino como una inversión a los futuros profesionales de la nación.
A pesar que hace 10 años se vio un pequeño avance en dotar a todos los estudiantes de uniformes, útiles e incluso brindarles alimentos en sus centros de estudios, eso no fue todo. Debe considerarse la educación como la medida principal para frenar problemas como la delincuencia que cada día crece más y llena de luto a las familias.
Debe considerarse otorgar más apoyo presupuestario a la educación tanto básica como superior, el día de mañana esta brindará personas capaces de aportar soluciones y críticas constructivas a situaciones como la que hoy estamos viviendo, que ha mostrado la poca capacidad de los que deben ser capaces, y la poca voluntad de quien la debería tener.