Por: Carlos Doradea
El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como pandemia la enfermedad ocasionada por el nuevo coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave SARS-CoV-2, situación que ha obligado a la humanidad a realizar diferentes acciones con la finalidad de salvaguardar la salud y la vida.
De igual forma, los países han impulsado diferentes estrategias para no verse afectados económicamente, evitar cierres de empresas, negocios, y por consiguiente las pérdidas de empleo que, sin duda alguna, luego del tema del cuido de la salud, es uno de los temas que más preocupa a nivel mundial, debido a que esto trae como consecuencia el aumento en los índices de pobreza.
Las políticas tomadas en El Salvador y el resto del mundo para evitar la propagación del virus, como el confinamiento, distanciamiento social y lavado de manos frecuente, si bien es cierto, dan resultados esperados si se realiza de la manera correcta, no se puede ignorar el tema de la desigualdad social que se vive a nivel mundial, lo que se traduce en un problema para poder cumplir a cabalidad estas medidas.
Mientras la propagación del virus iba en aumento, también se iniciaba una carrera encabezada por potencias mundiales, para la búsqueda de una solución que desde la ciencia le pusiera fin a esta lucha contra el COVID-19, siendo esta una prioridad de salud global, la lucha por la elaboración de vacunas que resulten eficaces para erradicar, neutralizar o frenar la rápida propagación que ha llevado a enfrentar diferentes picos de la enfermedad, denominados “olas” que varían según países, algunos de los cuales se encuentran en la segunda, tercera y hasta una cuarta ola de contagios del virus.
Según datos de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, hasta el 9 de abril de 2021, se registra un total de 134,200,330 casos de personas contagiadas en el mundo, a un poco más de un año de declararse la pandemia.
En el mes de abril de 2020, aproximadamente en 19 países, unas 80 empresas e instituciones investigaban vacunas, la mayoría de tipo genético, “sólo la ingeniería genética puede crear un suero protector en meses en lugar de en años”, así lo menciona el autor Charles Schmidt en su artículo “Vacuna de ADN o ARN contra el nuevo coronavirus”.
Y es el camino que se ha seguido para realizar rápidamente las fases de desarrollo de la vacuna hasta alcanzar la meta de aprobación para ser aplicada a humanos, luego de mostrar evidencia científica tras finalizar las 3 fases de prueba, ser aprobada por las autoridades sanitarias y dar inicio a la producción de la misma para empezar con la distribución y aplicación de la misma.
En El Salvador ha iniciado la aplicación de la vacuna que proviene de diferentes orígenes como la desarrollada por AstraZeneca, una empresa farmacéutica global con sede en Cambridge, Reino Unido, la vacuna desarrollada por la empresa Estadounidense Pfizer en asociación con la empresa alemana BioNTech y la vacuna que proviene de la empresa China Sinovac Biotech.
Pero ¿qué significa la aplicación de las vacunas en la población? Según el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) se deben mantener las medidas de bioseguridad como el uso de la mascarilla, distanciamiento social, evitar aglomeraciones y espacios mal ventilados. Además, agregan que, si han pasado menos de dos semanas tras recibir la primera dosis de una vacuna, no se puede considerar a la persona completamente protegida, sino hasta recibir su segunda dosis.
Es necesario asumir la responsabilidad individual y grupal para evitar la propagación del virus, la Universidad de El Salvador se encuentra en el proceso de vacunación de su personal docente y administrativo, pero eso no significa que se deba bajar la guardia.
Las autoridades universitarias a través del Comité de Salud y Seguridad Ocupacional han realizado diferentes actividades de difusión de los protocolos aprobados para la permanencia al interior de la Universidad, pero está en manos de trabajadores, docentes, estudiantes y visitantes, poder cumplirlas.
Mientras en cada oficina, hogar, empresas, exista y se mantenga la voluntad, responsabilidad y respeto individual y para con los demás de continuar con las medidas de prevención, se podrá frenar el avance de esta enfermedad que lamentablemente ha causado la muerte de más de 2 mil salvadoreños, según cifras del gobierno de El Salvador.
Es necesario reflexionar que cada persona tiene una familia y parientes en condiciones vulnerables que necesitan ser protegidas y eso es lo que debe motivar para cuidarse y cuidar a los demás, a fin de evitar convertirse en un vehículo transmisor del virus y lamentar la enfermedad de familiares y personas cercanas.
Vacunarse no es sinónimo de tener luz verde para retomar las actividades cotidianas con normalidad, sino de motivarse a continuar en el proceso de inmunización y autocuidado para que pronto se puedan retomar las actividades que, por el momento, representan un riesgo para la salud.