Por Luis Alemán
Cuarenta y un años se cumplen del asesinato de Óscar Arnulfo Romero, un hecho que sucedió un 24 de marzo de 1980, planificado por el mayor Roberto d’Aubuisson Arrieta, según lo señaló el informe de la Comisión de la verdad, al finalizar el conflicto armado salvadoreño.
Un año después de la firma de los Acuerdos de Paz, la Asamblea Legislativa y el gobierno del presidente Alfredo Cristiani oficializan una Ley General de Amnistía, que impedía procesar a militares y guerrilleros, aun cuando hubieran participado en crímenes de Lesa Humanidad.
Pero el 13 de julio de 2016 la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia declara inconstitucional esta ley y el caso contra el magnicidio de Oscar Romero se reabre en busca de justicia, comenta el académico Salvador Menéndez Leal, coordinador de la Maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz, que imparte la Universidad de El Salvador
Salvador Menéndez trabaja en la Facultad de Ciencias y Humanidades, donde uno de los auditorios rinde homenaje al obispo mártir en una de sus paredes externas, con una estructura de hierro que refleja la silueta del rostro de San Romero de América, como se le conoce popularmente, luego de su canonización en El Vaticano.
Y es que el vínculo de Romero con la Universidad pública del país estaba determinado por la opción preferente por los pobres, desde posturas críticas marxistas de la academia en los años 80 por una parte, y desde el ala de la iglesia que promulgaba la teología de la liberación.
Pero estas ideas eran subversivas en los años 80 en El Salvador, le costarían la vida a Romero y meses después al rector Félix Ulloa, en manos de paramilitares.
Antes de su asesinato, el rector Félix Ulloa presidió un acto solemne donde se nombraba doctor honoris causa post morten a Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Así recuerda este acto el actual vicerrector académico, Dr. Raúl Azcúnaga
Ese 18 de mayo de 1980 en la mesa de honor que presidiría el acto de entrega del doctorado honoris causa a monseñor romero se encontraban el entonces presidente de la Asamblea General Universitaria, el secretario general y el fiscal de la universidad, además del arzobispo de San Salvador, Monseñor Arturo Rivera y Damas.
Actualmente, una imagen de Romero da la bienvenida en la cuarta planta de la rectoría de la Universidad de El Salvador, como símbolo de la amistad con la alma mater, que a 41 años de su asesinato se suma a las voces que piden justicia para el obispo mártir.