La Universidad de El Salvador conmemora esta semana el cuadragésimo octavo aniversario de la brutal masacre estudiantil del 30 de julio de 1975, ordenada por el entonces presidente, Coronel Arturo Armando Molina.
Este fatídico hecho, es un hito en la historia del alma máter y del movimiento estudiantil salvadoreño. De acuerdo al docente del Departamento de Historia de la Universidad de El Salvador, Lic. Alfredo Ramírez, desde la década de los 20, el sector estudiantil se organizaba para manifestar contra la dinastía de los Meléndez Quiñonez.
“Los estudiantes de aquella época, entre los más famosos: Farabundo Martí, José Luis Barrientos o Miguel Ángel Vásquez, se presentaban en las plazas públicas del Centro de San Salvador y protestaban en contra de los Gobiernos”, sostuvo Ramírez.
Pero fue la masacre de la población indígena 1932 que acabó con el movimiento estudiantil, “que se reorganiza y aparece de nuevo al final del Gobierno de Maximiliano Hernández Martínez, cuando los estudiantes de Ingeniería y Medicina lideran el paro de los Brazos Caídos”, relató el académico.
Luego de esto, Ramírez puntualizó que los estudiantes protestaban ante las violaciones a la autonomía universitaria. De hecho, el Rector de la UES, Msc. Roger Arias, suele recordar los difíciles sucesos que ha atravesado la academia en sus 182 años de trayectoría.
“La Universidad de El Salvador ha contado con 5 intervenciones militares, en donde la bota militar se impuso a la academia, se impuso a la ciencia, a la cultura, al arte. En donde la bota militar ocupó nuestros salones, laboratorios, equipos y no solo los ocupó, sino que también los hurtaron, pero lo más doloroso es que también violentaron los derechos de la comunidad universitaria, algunos de ellos fueron asesinados y otros desaparecidos”, ha declarado en diferentes ocasiones.
El motivo de esta constante ha sido la postura crítica ante las injusticias y adversidades de El Salvador en los ámbitos socioeconómicos y políticos, de acuerdo a Arias. En ese sentido, para 1970, los estudiantes habían construido una conciencia social colectiva que reventó en la Huelga de las Áreas Comunes de la UES.
“A inicios de 1972, llega el Coronel Arturo Armando Molina, quien a dos semanas de haber asumido la presidencia toma la decisión de tomarse el campus universitario (…) y lo hace con la excusa de que era un centro de adoctrinamiento comunista”, explicó el historiador.
Fue hasta 1974, que se regresó a las autoridades universitarias las instalaciones de la UES, con “una vigilancia constante del Gobierno”.
El evento de Miss Universo se desarrolló en 1975, lo que provocó descontentó en la población y en el sector estudiantil, quienes usaron este tema como centro de las denuncias paródicas del tradicional Desfile Bufo de la Ciudad de Santa Ana, del que participaban los miembros del entonces Centro Universitario de Occidente (CUO), ahora Facultad Multidisciplinaria de Occidente (FMOcc.).
“Por eso, las autoridades del país deciden entrar al campus de occidente y destrozar las carrozas y pancartas, lo que violenta la autonomía universitaria y hace que el resto de compañeros universitarios se sientan agredidos”, detalló.
Como apoyo y solidaridad a la comunidad universitaria de Santa Ana, el movimiento estudiantil de la sede central decide marchar el 30 de julio desde la entrada de la Facultad de Ciencias y Humanidades, conocida como: El “portón de ANDA”, con destino al Parque Libertad en el centro de San Salvador, sin saber que serían masacrados a la altura del paso desnivel del Seguro Social de la 25 Avenida Norte.
“En el camino, los cuerpos de seguridad bloquearon la calle y justo ahí en el paso a desnivel se empezó a dispersar la marcha (…) lastimosamente este evento terminó con el fallecimiento con varios muertos, muchos desaparecidos y heridos en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social”, resaltó Ramírez.
El estado salvadoreño trató de minimizar lo sucedido y que los medios de comunicación presentaron el hecho como un simple enfrentamiento, cuando no hay registro que informe sobre estudiantes armados durante la manifestación.
Para Arias: “El 30 de julio fue quizá el acto más doloroso que ha tenido que pasar nuestra Minerva, porque ese día centenares de compañeros y compañeras, sobre todo estudiantes y trabajadores, fueron acribillados, otros tantos fueron desaparecidos y otros torturados”.
En 2020, autoridades de la Universidad de El Salvador presentaron a la Fiscalía General de la República un aviso con más de 60 casos, para conocer la verdad sobre lo ocurrido el 30 de julio de 1975. Además, se creó la Comisión Especial de Investigación a Graves Violaciones de Derechos Humanos a la Comunidad Universitaria de 1975 a 1995, que trabaja para esclarecer todos aquellos actos cometidos en contra de la institución y sus miembros.
Actualmente, el número de muertos y desaparecidos se desconoce, debido a que las autoridades recogieron los cuerpos de los muertos y heridos, sin embargo, a través de los testimonios y documentos académicos se ha establecido un registro de víctimas.
A las familiares de estas personas se les han brindado títulos póstumos por su valentía y defensa de la autonomía universitaria, asimismo, se les ha acompañado en otras iniciativas de justicia restaurativa y transicional.
En 2022, los familiares de las víctimas hicieron un mosaico que simbolizaba la paz y solicitaba garantías de no repetición de estos hechos, que fue ubicada en el punto exacto donde se llevó a cabo este brutal hecho.