Por Reina Miranda/Isaac Pérez
El modernista salvadoreño por antonomasia no fue un poeta, sino el prosista: Arturo Ambrogi. Nació en 1878 en San Salvador, en el seno de una familia pudiente de origen italiano, Arturo Ambrogi estudió en el Liceo Salvadoreño y recibió muy pronto la influencia del modernismo liderado por Rubén Darío. Fue Director de la Biblioteca Nacional y periodista; escribió sus primeros artículos en El Fígaro, y llegó a trabajar en periódicos importantes como La Ley de Santiago de Chile y La nación de Buenos Aires, colaboraciones que llevó en paralelo con su carrera diplomática.
Posteriormente fue nombrado cónsul, y como tal viajó por los Estados Unidos, Europa, China y Japón, además de otros lugares exóticos. Las experiencias vividas durante esos años fueron la fuente de varios libros de viajes, como Marginales de la vida (1912), Sensaciones del Japón y la China (1915) y Crónicas marchitas (1916), en los que el autor plasmó su agudo poder de observación y su excepcional capacidad descriptiva.
Sin embargo, fue en el terreno narrativo donde Ambrogi hallaría mejor cauce de expresión para su talento. Influido por el modernismo, que dominó sus colecciones de relatos: Bibelots (1893) y Cuentos y fantasías (1895), el autor evolucionó después hacia una mayor preocupación por la realidad cotidiana del país. Muestra de ello fueron las narraciones costumbristas: El jetón y Atanasio Aquino rex, que introdujeron este género en El Salvador.
El estilo de Arturo Ambrogi resulta atractivo debido a la precisión para el detalle y las sensaciones y a su gran fuerza descriptiva, propia de la pintura de la época, así como por el refinamiento y corrección de la prosa y su sutil ironía. Su obra, en general, puede inscribirse dentro del impresionismo literario, y también puede ser estudiada como una tensión entre sus deseos de modernidad y sus preocupaciones regionalistas, o entre su cosmopolitismo y cierto costumbrismo positivo que le hizo producir un título como Libro del trópico (1907), donde profundiza en el campo y en los problemas y sentimientos de sus campesinos a través de relatos y descripciones. Luego aparecería El segundo libro del trópico (1916), y más adelante los reuniría en un solo volumen. Entre sus obras figuran, además de las mencionadas, Manchas, máscaras y sensaciones (1901), El tiempo que pasa (1913) y la póstuma Muestrario (1955).
Falleció en San Salvador en 1936, el influjo de Ambrogi fue muy determinante en la producción de los escritores salvadoreños posteriores.
Bibliografía
- URBINA, “Evolución y esencia en la obra de Claribel Alegría”, Carátula. Revista Cultural Centroamericana, junio-julio 2014, 60; consultable en el sitio internet: <http://www.caratula.net/ediciones/60/critica-nurbina-calegria.php> (consultado en septiembre de 2014).
Arellano, J. (2003). Literatura Centroamericana. Diccionario de autores centroamericanos. Managua, Nicaragua. Fundación Vida.
Cañas Dinarte, Carlos (2000). Diccionario Escolar de Autores Salvadoreños. Dirección de Publicaciones e Impresos.