Por David Hernández
Durante la segunda mitad del siglo pasado y parte del presente la Universidad de El Salvador (UES) fue actriz clave en acontecimientos históricos de la nación. Como parte de su responsabilidad social acompañó las luchas de las fuerzas progresistas por un país más justo, equitativo y democrático. Ello significó ser demonizada como nido de “guerrilleros comunistas” y “foco” de propagación de doctrinas anárquicas y contrarias a la democracia.
Durante esos años de plomo el país cayó en una bipolarización descalificadora producto de la guerra fraticida que dejó más de setenta mil muertos, decenas de miles de heridos y exilados. Luego de décadas de posconflicto esa guerra fría cultural se ha descontextualizado. Pero sectores políticos del pasado insisten en exigir a la UES un rol que responde a sus intereses y frustraciones como agente promotor de desórdenes públicos y protestas.
Cayó el Muro de Berlín en 1989, cayeron las Torres Gemelas en 2001, el mundo ha cambiado y tiende a la tripolaridad Rusia-EUA-China.
La UES ha retomado su verdadera Misión y Visión, que recae en autoridades, docentes, estudiantes y administrativos. El sentir comunitario, acorde con el sentir de la población, ha tomado un giro inédito en los últimos años. Actualmente la UES imparte 169 carreras en sus cuatro sedes, cuenta con 98 Maestrías y 9 doctorados de reciente creación. Una de las conquistas del Rector, Maestro Roger Armando Arias Alvarado y su equipo de gestión, fue lograr el año pasado la gratuidad universitaria para estudiantes del sector público y privado.
Este logro vale más que mil manifiestos demagógicos, pues beneficia a sus cerca de 65,000 estudiantes. Actualmente se construyen sedes en Morazán, Chalatenango, Ahuachapán y se proyectan otras en La Unión y Usulután. Recientemente recibió la acreditación internacional europea de la prestigiosa calificadora francesa “HCÉRES”.
La carta de un “opinador” ordenando la destitución del Rector, la exigencia de un “científico” de una universidad privada reclamando pronunciarse sobre la prisión de la Maestra Erlinda Handal y delatando a la ex – Rectora, Doctora María Isabel Rodríguez, el señalamiento de un “historiador” condenando el “silencio” del Alma máter, se enmarcan dentro del debate acosador que vive la UES. La Institución no puede pagar facturas de fracasos partidarios. De la Maestra Hándal se extraña su título de doctora, apostillado; tiene patentes que fueron coautorías con el Dr. en Ciencias Químicas, Armando Bukele.
Es lamentable la situación de la Maestra, la polarización política que vivimos y el derrumbe del sistema bipartidista, diagnosticado en la Revista “La Universidad” No. 29, 2015 (“Los cambios hegemónicos en El Salvador 1950-2015”).
La UES solo obedece órdenes de su comunidad. No acata dictados de seudocapitostes así como nunca acató órdenes de las tiranías militares a las que combatió ofrendando una alta cuota de sangre y sacrificio.
Ello se refleja en el último Acuerdo de la Asamblea General Universitaria (AGU) condenando enérgicamente el intento del Ministerio de Educación de desalojar el Recinto Universitario Anastasio Aquino de la Facultad Multidisciplinaria Paracentral, y exigiendo las escrituras de ese edificio en favor de la UES, proceso iniciado en 2018.
Su compromiso es con la ciencia, la excelencia académica, y con el pueblo salvadoreño, siguiendo el sendero luminoso de, con estudio y lucha, marchar hacia la libertad por la cultura.
II.
Este panorama nos indica que la ruta que actualmente sigue la Universidad de El Salvador es atinada, en el sentido de que las actuales autoridades le están apostando al fortalecimiento y desarrollo de la Academia y de la estructura organizativa de la UES, tal como lo demuestran las gestiones del actual Vicerrector Académico, Dr. Raúl Azcúnaga, con la implementación de nuevas maestrías y doctorados y con los esfuerzos para dar entrada al mayor número de aspirantes a ingresar a la Universidad en los últimos dos años.
Así también es de recalcar la sorprendente transformación que en el campo organizativo y de implementación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICS) realiza el Ingeniero Juan Rosa Quintanilla, Vicerrector Administrativo, bajo cuya gestión se han logrado importantes avances no solo en materia de construcción de nuevos edificios sino también en la planificación de las nuevas infraestructuras de los proyectados centros regionales universitarios de Chalatenango, Morazán, así como de Ahuachapán. Pero no solo ello, la agilización de muchos procesos, como la automatización de las transacciones burocráticas a través del sistema Prometeo, la agilidad de los procesos de nuevo ingreso a través de un eficiente programa de administración de los exámenes y pruebas, e incluso cosas aparentemente banales pero significativas como el mejoramiento del servicio de limpieza del campus universitario y del área de mantenimiento, son producto de la eficiente y loable gestión del Ingeniero Juan Rosa Quintanilla.
Es indudable que apostarle a la Academia y volcar los esfuerzos en la modernización de la infraestructura de la Universidad de El Salvador no significa de ninguna manera olvidar las deudas que la Universidad tiene con la población salvadoreña ni su compromiso de conciencia crítica de la sociedad. Por el contrario, en la medida que estos aspectos se fortalecen, se está dando mayor credibilidad social y ética a la proyección y extensión universitaria así como a la modernización de sus laboratorios y adquisición de modernos equipos para sus oficinas y áreas de campos experimentales.
¿Qué la UES se esta divorciando de la política nacional y de su rol de conciencia crítica?, se preguntan algunos y la respuesta es un rotundo no, pues en la medida que la Universidad cumpla su rol de formadora de profesionales y de fomentadora de la investigación científica y la extensión universitaria, en esa medida está haciendo una política institucional de gran calibre contribuyendo al desarrollo de El Salvador como nación.