Hoy en El Universitario, nos sumergimos en un viaje a través del tiempo para celebrar un momento significativo en la historia de El Salvador: el 183 aniversario de fundación de la Universidad de El Salvador (UES). Esta venerable institución ha sido testigo y protagonista de los momentos más trascendentales de la nación, se erige como un monumento vivo a la resiliencia y la dedicación a la educación superior. No solo celebra décadas de existencia, sino también una historia impregnada de luchas, triunfos e importantes contribuciones a la sociedad salvadoreña.
La UES fue fundada en 1841 y el presidente Juan Lindo desempeñó un papel importante en su origen. Esta institución ha experimentado a lo largo de los años diversas situaciones desafiantes, desde sus modestos inicios, se ha dedicado a la excelencia académica, consolidándose como un referente de conocimiento en la región y siendo testigo de los momentos más cruciales de la nación salvadoreña.
“A la institución como tal siempre le ha tocado afrontar ciertas amenazas, si nos vamos a los tiempos más pretéritos, quizás el primer gran obstáculo que tuvo fue el edificio mismo o la sede. Durante el siglo XIX estuvo en varios edificios que se prestaban en el centro de San Salvador, no tenía un lugar específico aún así las clases se impartían, hasta que en 1879 ya se le da el edificio a la par del Palacio Nacional que originalmente iba a ser para un orfanato, ese edificio allá en el ex predio universitario quizás es el más icónico de ese siglo”, asegura el historiador, Mtro. José Alfredo Ramírez, director de la Escuela de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias y Humanidades.
El siglo XX fue testigo de cambios significativos en El Salvador, el conflicto armado y tensiones políticas marcaron la narrativa de la época. En medio de este torbellino, la Universidad de El Salvador se convirtió en un espacio donde surgieron movimientos estudiantiles y el pensamiento crítico en contra de la censura y la represión. La Universidad se erigió como un bastión de libertad académica, y desempeñó un papel crucial en la resistencia contra la opresión.
En consonancia con este período de efervescencia histórica, el congreso salvadoreño, en conmemoración del centenario de la fundación de la Universidad, proclamó tres días festivos, del 16 al 18 de enero de 1941. Dos días después, se dio paso a un hito simbólico con la inauguración de la Avenida Universitaria, un evento que no solo celebró el legado de la institución, sino que también subrayó su importancia en la construcción de la identidad nacional y su contribución a la lucha por la libertad y la resistencia ante las adversidades de la época. (Bosquejo histórico de la Universidad de El Salvador. (2013). La Universidad,20, 11-77).
Tres años más tarde, en abril de 1944, los estudiantes organizados de la UES realizaron la “Huelga de Brazos Caídos”, acción de hecho, que un mes después obligó al presidente Maximiliano Hernández Martínez a renunciar al poder.
La destacada participación de los estudiantes universitarios en las deliberaciones de la Asamblea Constituyente de 1950 establece un hito significativo que corona una lucha de más de cien años de activismo estudiantil, al lograr que se consolide la autonomía universitaria el 7 de septiembre de 1950 y se dé la aprobación del Artículo 205 de la Constitución Política.
Además, la autonomía se consagra en los ámbitos docentes, administrativos y económicos, subrayando su deber de prestar un servicio social. También se establece que la institución se regirá por estatutos enmarcados dentro de una ley que establecerá los principios generales para su organización y funcionamiento. De manera significativa, se destaca la contribución del Estado para asegurar y fortalecer el patrimonio universitario, comprometiéndose a consignar anualmente en el Presupuesto las partidas destinadas al sostenimiento de la Universidad. Este logro legislativo consolida la autonomía y el papel fundamental de la universidad en la sociedad salvadoreña. (Bosquejo histórico de la Universidad de El Salvador. 2013. La Universidad, 20, 47-77)
El Mtro. Ramírez agrega que el presupuesto asignado a la UES es otra de las adversidades. “Siempre ha sido un porcentaje muy bajo del presupuesto de la nación, obviamente la educación no ha sido una prioridad en la historia de El Salvador y siempre los niveles de financiamiento para la educación han sido pocos tanto en la educación primaria y media como la superior”. Agregó que a inicios de 1960 la Universidad recibió $650,000 del Banco Interamericano de Desarrollo, que fue parte del dinero que se utilizó para la reforma de esa década.
En 1963, el Dr. Fabio Castillo Figueroa, un rector visionario, inauguró un ambicioso programa de construcción universitaria. Este evento no sólo marcó la expansión física de la universidad, sino también un compromiso renovado con el crecimiento académico y la excelencia. Sin embargo, la década de 1970 trajo consigo desafíos más intensos, con movimientos estudiantiles que exigieron el regreso de la autonomía y denunciaron deudas gubernamentales.
Entre los hechos más dolorosos de la historia de UES se refleja la lucha constante de los estudiantes por la autonomía y la resistencia frente a varias intervenciones militares. En 1975, el 30 de julio se convirtió en una fecha trágica e inolvidable para la comunidad estudiantil. Durante una manifestación contra la intervención militar en el Centro Universitario de Occidente, los estudiantes fueron emboscados y reprimidos por órdenes del gobierno del coronel Arturo Molina. Este violento episodio dejó un saldo de estudiantes asesinados, desaparecidos y capturados, simbolizando la brutalidad y la represión que caracterizaron la guerra civil salvadoreña.
Este suceso, junto con la clausura y militarización en la década de 1930, la intervención tras la Revolución de Abril en 1944, y las acciones militares durante los Acuerdos de Paz en 1989, resaltan la lucha persistente de la UES por la autonomía y la resistencia contra la violencia política a lo largo de su historia.
UES conmemora 48 años de la brutal masacre del 30 de julio de 1975
Otro acontecimiento imborrable en la historia de la Alma Máter es la ocupación militar más extensa sufrida el 26 de junio de 1980, durante cuatro años la Fuerza Armada destruyó muebles, máquinas de escribir, instrumental de las facultades, microscopios, bibliotecas, vehículos, etc. Cuatro meses después, el 26 de octubre de 1980, el rector de la Universidad, Ingeniero Félix Antonio Ulloa, a quien se le atribuye el lema “La Universidad se niega a morir”, fue atacado a balazos cuando estacionaba su vehículo en una sucursal bancaria, frente al Hospital Bloom. Falleció el 27 de octubre de 1980. (Bosquejo histórico de la Universidad de El Salvador. (2013). La Universidad,20, 64-77).
En este periodo, a pesar de campañas de odio y desprestigio orquestadas por los gobiernos de turno, la Universidad se posiciona en la defensa de la educación superior como un bien público y un derecho de todos.
La UES vuelve a resurgir como “Universidad en el Exilio”, la cual empezó a funcionar el 25 de enero de 1982 hasta septiembre de 1984. En este periodo se inicia otro proceso de Reforma Universitaria, que tuvo como vanguardia académica un hito crucial, democratizar la universidad, consolidar su autonomía y la representación estudiantil en todos los órganos de dirección.
Además, alcanza la libertad de cátedra y el espíritu de Córdoba (gratuidad y acceso masivo, vinculación de docencia e investigación, inserción en la sociedad y rol de la universidad.), fortalece así su papel como defensora de valores democráticos. (Acta de Entrega de la Ciudad Universitaria. (1986). En La Universidad (págs. 78-79). Editorial Universitaria.
Durante el terremoto de 1986, el campus central sufrió graves daños en sus instalaciones, y numerosos edificios resultaron afectados, lo que llevó a la interrupción de las actividades académicas y administrativas. Al igual que los terremotos de 2001, representaron otro desafío para la UES, que, a pesar de las dificultades, trabajó en la rehabilitación de sus instalaciones para continuar cumpliendo con su misión educativa y de investigación.
Las décadas de 1980 y 1990 estuvieron marcadas por la resistencia durante el conflicto armado. La UES enfrentó represión gubernamental y hostilidad hacia movimientos estudiantiles y su cuerpo docente. Su campus central fue cerrado temporalmente, situación que afectó significativamente las actividades académicas y la vida estudiantil. Además, la represión buscaba ahogarla financieramente, generar un ambiente tenso y difícil, con arrestos, exilios y desapariciones de la comunidad universitaria.
A las puertas del nuevo milenio, la UES inició un proceso de reconstrucción física y amplió su oferta académica de pre y posgrado (88 maestrías, 13 doctorados, un posdoctorado, 34 especialidades médicas, y una subespecialización). A pesar de los desafíos financieros, se restauraron edificios, se modernizó la infraestructura y se recuperaron recursos. Sin embargo, la inversión limitada en educación superior en El Salvador continúa afectando el presupuesto universitario.
“Es hasta el 2000 donde realmente vuelve a haber un presupuesto digamos decente para el funcionamiento de la Universidad, pero también coincide con el momento de la reconstrucción del campus y el nuevo enfoque de una Universidad que no solamente se dedique a enseñar sino también a la proyección social y a la investigación, creo que esos momentos históricos van a marcar mucho la forma en la que el presupuesto fluctúa”, expresó Ramírez.
Ese punto de inflexión en la historia universitaria parte con el rectorado de la primera mujer en dirigir a la Alma Mater, la Dra. María Isabel Rodríguez, quien asume durante dos periodos (1999-2007) y establece un diálogo positivo con el gobierno salvadoreño para reconstruir el campus central y se inicia la modernización de la Universidad. La UES fue remodelada y reconstruida durante el 2001 y 2002, con motivo de los XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe. “En este periodo se empezó a dar una fracción de ese presupuesto a la investigación científica, algo que no había sucedido”, detalla Ramírez.
Para la Universidad no ha sido fácil recuperarse, sin embargo, la institución ha centrado sus esfuerzos en superar adversidades a través del crecimiento y desarrollo continuó, enfocándose en la mejora de su equipo e infraestructura. Además, ha buscado fortalecer su presencia en la sociedad salvadoreña mediante la creación y ampliación de las posibilidades de estudio en línea o a distancia, en 2016.
La Universidad ha demostrado su resiliencia al mantener su activismo en defensa de la autonomía y la libertad académica, valores fundamentales que han marcado su identidad a lo largo del tiempo. Asimismo, ha atravesado procesos de reconstrucción que, a pesar de los desafíos, han contribuido a forjar una trayectoria de superación y adaptación en su camino hacia la excelencia educativa.
Otros factores positivos alcanzados son, la implementación de programas de becas, la modernización en tecnologías de laboratorios de realidad virtual (2023), y por supuesto alcanzar la gratuidad de la educación superior para todos los estudiantes (2021) también es otro indicador crucial de una época favorable para la universidad. Estos criterios reflejan la complejidad y la diversidad de factores que influyen en la valoración de períodos positivos en la historia de la universidad.
En el siglo XXI, la UES se adapta a los desafíos modernos, contribuye al desarrollo del país mediante la investigación, enseñanza y proyección social. Su capacidad de adaptarse se refleja en su auto exigencia para reinventarse y mantenerse relevante en un mundo en constante cambio, consolidando su prestigio a nivel latinoamericano.
El mayor legado de la UES reside en sus graduados, sus hijos e hijas líderes que contribuyen al desarrollo sostenible del país. La universidad ha sido un motor de investigación, mediante el abordaje de problemas apremiantes, desde la pobreza hasta la salud pública.
Al conmemorar el 183 aniversario de la UES, no solo se reconoce su vanguardia en materia de educación superior, su capacidad para adaptarse a los cambios y retos sociales y su dedicación a la educación superior, sino también su papel continuo en la construcción de un futuro próspero para El Salvador.
A través de épocas de cambios y desafíos, la UES es más que una institución educativa; es un pilar de la identidad nacional y un faro de esperanza para las generaciones venideras.